domingo, 3 de abril de 2016

Maniqueo

A veces mi subconsciente juega conmigo al maniqueo sin pedir permiso. Sucede así que un día abro los ojos y no soy capaz sino de mirar a la humanidad con desdén y decepción, y al siguiente me despierto sintiéndome infinitamente agradecida por pertenecer al maravilloso colectivo humano. Es como si los númenes que pueblan mis sueños lanzasen una moneda al aire onírico cada mañana, y en función de si sale cara o cruz, enredaran en mis hilos un agrio sabor misántropo o los trenzasen con cadenciosa filantropía. La mía, sin embargo, es una condena excitante, un dilema intrigante y perpetuo; la a veces prometedora, a veces tediosa incertidumbre de mi devenir más inmediato, y es que mi metafísica no la trunca ni la excedencia indefinida que parecen haberse cogido mis musas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario