miércoles, 15 de junio de 2016

De finales, notas medias, tacones y preocuPAUciones

Y un día miras el calendario y piensas 'Anda, pero si ya está'. Es lo que tiene el tiempo: que pasa. Para bien y para mal, pasa.

Soy una hipócrita. No es una opinión, ni una sentencia dicha en un momento de angustia espiritual, ni mucho menos una confesión tormentosa, sino una apreciación objetiva. Hace aproximadamente dos horas he colgado un cartel de 'Cerrado por obras' en mi calvario y he instado a mi mente a creerse su propio engaño. Engaño porque me he dignado a colgar el cartel el mismo día que terminaba mi suplicio. Parece que al final, bloqueos y ataques de ansiedad aparte —tal vez infructuosos intentos de mi subconsciente cobarde de oponerse a ejercer su "libertad" de autómata—, soy un borreguito obediente más que bala al son de la (des)armonía común. Balidos desquiciados, aros que invitan al paso, principios débiles, suc(h)u(n)m(d)bimientos ante nuestro (¿mal?)querido sistema mediocre... Parafraseando a otra "esnob antisistema" como yo: «La vida en general puede seguir siendo negativa aún sumándole las específicas».

El mundo a lo hecho pecho, y yo, por más que busco, solo despecho. Generaciones enteras reducidas a una nota media con patas, eso sí, si eres mujer, más te vale meter las patas en tacones: 'Si te pones otra cosa vas a llamar la atención', y claro, tampoco queremos eso, ¿no? Así que nada, foto a los orlados, dos besos, un biensonante 'enhorabuena' y hala, a la divina borrachera. O no. Algunos preferimos el jazz.

Y es entonces cuando empieza la auténtica viacrucis, libre ya de los tacones, ¡menos mal! Menos, pero solo un poco. Enclaustramiento voluntario —la vena misántropo-ermitaña brincando de alegría— y a esnifar líneas numéricas, letréricas, eutrapélicas. Y una vez serigrafiado el cerebro y sin tocarlo por si acaso se nos descentra —aunque desde el centro no se vea el centro—, litro y medio de café en vena, simulación 'confianza en uno mismo' activada y a por todas. "A por todas". Hay tensión en el rictus, pero no la suficiente como para que pregunten. Sobre todo que no pregunten. Curiosas vistas a. de P. y d. de P.: filas interminables de dóciles droides. ¿Así cómo no va a sentirse uno parte de algo? Dulce y confortable sensación; truculento y adulterado placebo. Hasta aquí puedo contar: lo que pasa en el aula se queda en el aula.

Y hoy, oh, eternamente agradecida, nos permiten quitarnos la venda de los ojos. Ahora enorgullécete o reniega de ti, porque o has aprendido bien el braille, o 'ya le llamaremos'. ¿Que qué hay de mí? Por favor, orgullosísima: 'sí quiero' al sistema y, """afortunadamente""", recíproco. Ahora a curar la luxación de mis principios y a leer para olvidar.

Más me valdría dedicarme a la fotografía...